Ya venía trabajando con tres grupos escolares de
diferentes colegios, y me pareció que sería enriquecedor para el proyecto que
vengo desarrollando de Teatro en tu Cole, juntarlos en una sola propuesta
teatral. En esta oportunidad seleccioné varios textos de procedencia muy
diferentes, que sin embargo tenían en común que ninguno representaba la época
actual, donde las culturas representadas bien sea francesa o caraqueña, se
mostraba bajo apariencias y que sus autores retrataron muy bien. Comedia
inteligente y divertida de la época clásica francesa de Molière, y de las
costumbres y guiños de la Caracas de antaño.
De la unión de estos tres colegios surgió el Grupo
Teatral Retazos, y con ellos el ensamble de la obra “De París a Caracas y
viceversa” basado en dos textos de Molière “Las preciosas ridículas” y “Las
mujeres sabias” y de Humberto Orsini “Cándido, el asador de conejos”. La obra
viaja de París a Caracas y viceversa, mostrando en tono de comedia las
costumbres y maneras reinantes de esas épocas, siendo sus autores críticos
hacia su sociedad y de ese momento histórico.
“Cándido, el asador de conejos”. Esta obra refleja las
costumbres caraqueñas y la ingenuidad de una sociedad, que sirve de reflexión
para las mujeres que se dejan enredar por las palabras del hombre encantador.
Está llena de emociones, tristezas, engaños y alegría característica del
venezolano.
“Las mujeres sabias”. Retrata un mundo de mujeres
obsesionadas por los avances de la ciencia que se jactan de conocer en
profundidad, pero de la que nada entienden. A través de esta sátira, el autor
critica a los literatos pretenciosos y a las damas de la corte de su tiempo,
así como la hipocresía reinante en la sociedad en que vivía. En esta comedia
ácida la afectación y arrogancia de las “mujeres sabias”, Armanda, Filaminta y
Belisa, y de su principal referente, el “erudito” Trissotin, contrasta con la
sencillez de Enriqueta y su enamorado, Clitandro, cuyo único objetivo es
casarse y disfrutar de su amor, o la de Crisalo, más preocupado por satisfacer
su gula que por cultivar su espíritu.
Fotografía: Mariana Aznar
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